Siglo XII de nuestra era. Sobre la Europa cristiana
ha comenzado a disiparse la ya conocida oscuridad
medieval y en el rincón menos esperado del continente,
en su parte más occidental, habrá de nacer
un personaje cuya vida estaría llena de paradojas.
Este personaje a quién me refiero cambió el curso
de la historia del pensamiento occidental y ni siquiera perteneció
a nuestro círculo cultural ?primera paradoja-.
Semblanza
Ibn Rushd nació en al-Andalus1 en 1126, al interior de una prominente
familia de juristas. Creció en un entrono en el que grandes
pensadores, tanto cristianos como judíos y musulmanes confluían
en la península ibérica, pero quizás en ninguna otra ciudad era
tan marcada su presencia como en su natal Córdoba2.
Desde muy joven, su padre fomentó su educación entre
destacados intelectuales andaluces, por lo que a una temprana
edad, Averroes3 ya estaba familiarizado con las obras de la mayoría de los autores clásicos, incluido el propio Aristóteles.
A los 20 a?os Averroes ya dominaba la mayoría de los campos
del conocimiento humano accesibles en su época. Para dicha
edad ya era docto en filosofía, medicina, derecho, matemáticas
y astronomía. Uno de sus biógrafos más famosos lo pinta como
un hombre extremadamente disciplinado y constante. Dice de
él que desde la edad de la razón hasta su muerte no dejó de estudiar,
salvo el día de su boda y el de la muerte de su padre.
Al cumplir 27 a?os, su natal Córdoba ya no lograba saciar
su ambición por convertirse en el erudito más famoso del reino,
por lo que decide trasladarse a la ciudad de Marrakesh, capital
del recién formado Imperio Almohade.
Ya en Marrakesh conoce a Ibn Tufai, destacado intelectual
de la época, quien al poco tiempo se convierte en su maestro y
protector. ?ste último, valiéndose de su privilegiada posición de
médico de cámara, introduce a Averroes con el soberano Almohade,
quien queda fascinado con el filósofo de Córdoba desde
su primer encuentro, al grado que le encarga por conducto de su
mentor que escriba unos comentarios que facilitaran la lectura
de Aristóteles, autor que empezaba a difundirse en al-Andalus,
pero que mostraba gran complejidad para su entendimiento.
Es por medio de estos comentarios que llegan hasta nuestros
días un número importante de ideas originales de Averroes, que en las más de las veces, no sólo aclaraban la oscuridad del
texto aristotélico, sino que terminaban por profundizar en puntos
en los que el estagirita era omiso.
En 1169, al a?o siguiente de haber iniciado una larga relación
con el califa Abu Ya Qub, Averroes es nombrado Q?d? (juez)
de Sevilla y posteriormente, en 1180, Gran Q?d? de Córdoba4.
Dos a?os después, la buena relación con el monarca termina por
convertirlo en médico de cámara5.
Para 1195 Averroes contaba con una cantidad importante
de enemigos, debido en gran parte al peligroso secularismo que
se escondía detrás de algunas de sus tesis. Entre sus enemigos
más poderosos se encontraban los teólogos y los canonistas,
quienes veían con gran preocupación el florecimiento de la filosofía,
ya que a su entender representaba una gran amenaza para
la religión.
Movidos por este odio hacía la filosofía en general y hacía
Averroes en particular, logran que el califa en turno ceda a sus
exigencias y destierre al filósofo a Lucena (poblado cercano a
Córdoba), lugar donde pasaría casi tres a?os de su vida y que
sólo abandonaría poco antes de su muerte al ser readmitido en
la corte de Marrakesh.
Tras su muerte a finales de 1198, un insipiente averroísmo
comienza a ser cultivado por la comunidad hispano-judaica,
misma que se encargaría de darle la forma con la que sería difundido
en el resto de Europa casi medio siglo después. Averroes
fue conocido en occidente como ?El Gran Comentador?6
por haber traducido y divulgado las obras de Aristóteles.7
Paradójicamente, Ibn Rushd fue más conocido durante su
vida por su fama de gran médico y jurista que de filósofo. Sólo el
devenir de la historia podría mostrarnos a Averroes en su faceta
más trascendental; la del filósofo cuyo legado se proyecta hasta
nuestros días.
Obra
Son atribuibles a Averroes 83 textos en total, de los que se conservan
62 y de los cuales sólo 55 están completos. A pesar de
no haber sido el primer comentador de Aristóteles, sin lugar a
dudas sí fue el más importante.8
A nuestro autor lo introduce entre los cristianos Miguel
Escoto hacia 1217 y para 1230 la mayoría de sus obras ya se encontraban
traducidas al latín. Una vez eliminado el obstáculo del
idioma, el pensamiento averroísta comienza a filtrarse entre los
intelectuales cristianos y culmina con la creación de una nueva escuela
filosófica; el averroísmo latino, que sí bien tomaba mucho del
pensamiento de Aristóteles, también contó con matices propios.
Así, el averroísmo latino es la orientación filosófica sustentada
en los comentarios que Averroes hizo al texto Aristotélico,
difundida en occidente después de 1270 y muy particularmente
en la Universidad de París (La Sorbonne), gracias al patrocinio
del más famoso expositor de ésta escuela; Sigieri de Brabante.9
En 1277 la Iglesia se vuelve consiente de los peligros
que encierra el averroísmo y decide que, por conducto del obispo
parisino ?tienne Tempier se condene expresamente a este autor,
por considerarlo incompatible con la doctrina católica, iniciándose
así una persecución voraz en contra del filósofo de Córdoba10.
No obstante la condena y el hecho de que Ibn Rushd fuera
pintado en la Italia del los siglos XIII y XIV como la encarnación
misma del mal, sus comentarios tuvieron gran influencia
sobre la escolástica medieval. Así pues, desde el siglo XIII en
adelante, junto al Aristóteles cristianizado de Santo Tomás coexistió
el Aristóteles anticristiano de la tradición averroísta, que
presentaba postulados adversos a la síntesis de fe y razón intentada
por la escolástica.
El averroísmo logró conservarse dentro de la universidad
de Padua y de ahí se transporta al renacimiento italiano, de
donde inclusive logró llegar hasta principios del siglo XVII. El
pensamiento de éste filósofo andaluz rompe con la barrera del
tiempo precisamente porque nos mostró algo que ningún otro
de sus contemporáneos fue capaz de mostrar con tanta claridad;
es decir, explica con singular claridad la relación que existe entre
los respectivos campos de la fe y la razón.
A diferencia de los pensadores cristianos del Medioevo que
se cruzaron con el texto aristotélico, Averroes tiene el gran mérito
de no intentar ?domesticar? o de modo alguno subordinar el
pensamiento del estagirita a la teología, evitando así ponerlo al
servicio de los enemigos de la razón.
Como afirma Emilio Su?é, Averroes negó la posibilidad
?contrario a sus coetáneos cristianos- de que la ley natural resultase
capturada por la ley divina o incluso por la ley eterna y por
el contrario, afirmó que sucedía exactamente lo opuesto ? en una
interpretación mucha más fiel de Aristóteles ? en el sentido de
que la ley religiosa no puede ser incoherente con la ley natural,
lo que representaba una visión totalmente revolucionaria para
su época.
Si se analiza con detenimiento, en el fondo lo que subyace
en su argumento de los tipos de leyes es poner a la razón
en un lugar que no conoció durante el Medioevo, es decir, al
reivindicar el valor intrínseco de la ley natural; lo que finalmente
está haciendo es emancipar a la razón de la teología y de la
revelación. Quizá postulados tan controvertidos como éste fue
lo que le valió tantos enemigos en vida, y lo que contribuyó a que su pensamiento fuera prácticamente
borrado de la historia de
occidente.
Sus obras más conocidas son:
Tahafut al-Tahafut (la incoherencia
del incoherente), Bidayat
al-Mujtahid (distinguido jurista),
Generalidades en Medicina, Los
Comentarios al Corpus Aristotelicum
y la Exposición de la República
de Platón.
Precursor del iusnaturalismo
racionalista11 y a la vez el mejor exponente
del peripatetismo árabe12,
este hombre debe ser reconocido
en nuestros tiempos por lo que
verdaderamente fue; un genio que,
como suele suceder, se adelantó en
muchas cosas al tiempo que le tocó
vivir y fue más lejos de lo que su
entorno estaba dispuesta a tolerar.
Como última paradoja, es
notorio resaltar que en Oriente la
filosofía de Averroes pasó prácticamente
desapercibida, cuando en
occidente ayudo en gran medida al
despertar del intelecto humano.
Bibliografía
castillejo gorráiz, Miguel, Averroes
el aquinatense islámico, Córdoba,
Publicaciones Obra Social y
Cultural Cajasur, 2000.
puig, Josep, Averroes (1126-1198),
Madrid, Ediciones del Orto, 1997.
sabine, George, Historia de la Teoría
Política, 3? edición en espa?ol,
México, Fondo de Cultura Económica,
2006.
su?é llinás, Emilio, Averroes /
Ibn Rushd. Senda de Occidente, Esperanza
del Islam, Madrid, Servicio
de Publicaciones de la Facultad de
Derecho de la Universidad Complutense
de Madrid, 2007.
1 Nombre con el que se conoce a la Espa?a musulmana, es decir, relativo al periodo que abarca
del a?o 716 al a?o 1492, en que existió una presencia constante de musulmanes en la península
ibérica.
2 Para el a?o de nacimiento de Averroes, la ciudad de Córdoba contaba con la mayor biblioteca
de sus tiempos, albergando casi 400.000 volúmenes.
3 Latinización del nombre árabe Abu-l-Walid Muhammad Ahmad Muhammad Ibn Rushd.
4 El más alto cargo judicial al que podía aspirar, mismo que había sido ocupado anteriormente
por su padre y por su abuelo.
5 Cargo de gran peso dentro de la sociedad musulmana medieval.
6 También se le ha llamado ?el aquinatense islámico?, en una clara comparación con el doctor
angélico y la relevancia que ambos tuvieron en el desarrollo del pensamiento occidental.
7 No obstante, al final de su vida también comentó la República de Platón.
8 Antes de él ya habían comentado a Aristóteles Alejandro de Afrodisia, Temistio, Juan Filópono
y Avempace.
9 Con el propósito de armonizar el pensamiento averroísta con la doctrina cristiana, dicho pensador
propuso la famosa doctrina medieval de la doble verdad, según la cuál existen al mismo
tiempo una verdad religiosa y una verdad filosófica. Esta doctrina de la doble verdad fue adoptada
por la mayoría de los defensores del averroísmo.
10 Los principales refutadores de Averroes fueron San Alberto Magno, Petrarca, Gil de Roma,
Dante Alighieri y sobre todo Santo Tomás de Aquino.
11 Quizá sea en Hugo Grocio en quién más marcadamente
se aprecie su influencia.
12 Nombre dado a la escuela que se basa en la doctrina
filosófica de Aristóteles.