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La contrareforma agraria en Colombia

Por : Juan Carlos Esguerra / Area : PRINCIPADO - Filosof?a, historia, pol?tica y sociedad
Número : 20 , Tercera Época  /  Diciembre de 2009
Colombia tiene hoy la posibilidad de desencadenar el maravilloso poder que tiene la propiedad privada. Un poder cuya fuerza transformadora es tan silenciosa como irresistible.
?Si la historia puede ense?arnos algo,
es que la propiedad privada esta inextricablemente ligada a la civilización?
Ludwig von Mises

La política agraria del gobierno colombiano esta siendo por estos días objeto de intenso debate a raíz del escándalo generado en la asignación de recursos públicos para incentivar la producción agrícola. El centro del escándalo es el programa gubernamental Agro Ingreso Seguro, creado con el fin de ?promover la productividad y competitividad, reducir la desigualdad en el campo y preparar al sector agropecuario para enfrentar el reto de la internacionalización de la economía?. Se descubrió, sin embargo, que los principales beneficiarios de los recursos entregados por el programa son un pu?ado de familias muy adineradas, propietarias de grandes predios rurales, y con gran influencia política.

Mas allá de los detalles del escándalo particular, lo realmente importante es reconocer las ideas ? el sustento teórico - que están detrás de esta política agraria pues, como dijo John Maynard Keynes ?son las ideas y no los intereses creados las que presentan peligros, tanto para mal como para bien?.

Y en el caso de la política agraria colombiana, las ideas que la sustentan son peligrosas para mal. Malas para la productividad, malas para el bienestar general, malas para la justicia.

El gobierno colombiano considera que el modelo apropiado para lograr el desarrollo del sector agrícola es el de la concentración de la tierra en unos pocos grandes inversionistas terratenientes que desarrollen proyectos agroindustriales de gran envergadura utilizando mano de obra asalariada pero con un contrato de arrendamiento de la tierra, es decir, sin derechos de propiedad.

Este modelo, sin embargo ya está siendo implementado en Colombia y ha mostrado su rotundo fracaso.

En efecto, la distribución de la tierra en Colombia siempre ha sido muy desigual, pero desde 2000 en adelante se ha venido gestando una contrarreforma agraria de gran magnitud. El índice de Gini de la propiedad de tierra pasó de 0.86 a 0.88 entre 2000 y 20091. En otras palabras, actualmente solo el 4% de los propietarios es due?o del 61% de las tierras de mejor calidad en Colombia.

Contrario a la tesis del gobierno, esta mayor concentración no se ha visto en modo alguno reflejada en la productividad del sector agrario. En los últimos 16 a?os el área cosechada ha disminuido alrededor de un 25%, y la productividad se ha mantenido inalterada2. El PIB agrícola ha crecido a un ritmo significativamente menor al del resto de la economía (2.5% en promedio frente a 7.5% entre 2000 y 2008)

Los resultados del sector son deplorables, mas no sorprendentes. La productividad del sector agrícola ha estado inextricablemente ligada a la peque?a propiedad privada a través de la historia. Algunos ejemplos sirven para ilustrar este hecho.

En 1862 el Presidente Abraham Lincoln sancionó la ?Homestead Act? a través de la cual se otorgaban 65 hectáreas de tierra en el área al oeste del río Mississippi a cualquier colono que decidiera establecerse y explotar la tierra productivamente. Alrededor de 1.6 millones de estos títulos fueron entregados. El aumento en la productividad de la tierra fue espectacular: ?entre 1869 y 1914 la producción de trigo aumentó 309%, la de maíz 322%, la de cereales 375%, la de algodón 644% y la de carne bovina 250%3.

En India se han llevado a cabo interesantes estudios sobre los esquemas de propiedad de tierra y su impacto en la productividad.

Por un lado, los economistas Abhijit Banerjee y Lakshmi Iyer4 investigaron los diferentes esquemas de propiedad que los británicos impusieron en los diferentes distritos durante la colonia. El estudio concluyó que aquellos distritos donde la tierra era propiedad de una peque?a clase terrateniente están, aun hoy en día, sistemáticamente rezagados frente a aquellos distritos donde primaba la peque?a propiedad.

En otro estudio5, se aprovecha la gran reforma realizada en el estado indio de Bengala Occidental en 1977. La reforma consistió en otorgar a los campesinos derechos de propiedad sobre los terrenos que anteriormente arrendaban de terratenientes. Los resultados, una vez más, fueron contundentes:

Durante la década anterior a la reforma, la producción de arroz (principal producto agropecuario) en Bangladesh era superior a la de la vecina Bengala Occidental. En la época posterior a la reforma, la producción de Bengala ha dejado rezagada a la de Bangaldesh.

Estos breves ejemplos ponen de manifiesto el gran poder que tiene la propiedad privada de desencadenar las fuerzas productivas de las personas.

Sin embargo, la gran tragedia de la contrarreforma agraria colombiana va mucho más allá de ser un modelo destinado al estancamiento productivo. La gran tragedia de la contrarreforma agraria colombiana de los últimos a?os es que se gestó a sangre y fuego, sobre la base del desplazamiento forzoso de la población rural.

En efecto, aproximadamente una cuarta parte de la población rural ha sido sacada a la fuerza de sus predios durante los últimos quince a?os. Hoy Colombia es el segundo país con mayor cantidad de desplazados después de Sudán; la población desplazada alcanza los 3.5 millones de personas.

En términos de predios, se calcula que han sido 650.000 la cantidad de predios robados, que antes eran labrados intensivamente; esto equivale a un impresionante 42,5% de la superficie total de cultivos.

El ataque es frontal en contra la propiedad privada: un 80% de los desplazados poseía tierras, y un 60% tenía títulos formales de propiedad.

La inmensa cantidad de tierras apropiadas violentamente que existe hoy en Colombia presenta al gobierno una encrucijada. O las recupera para entregarlas a grandes inversionistas agrarios para el desarrollo de poyectos agroindustriales, o las recupera y las otorga como propiedad formal de los campesinos desplazados.

Colombia tiene hoy la posibilidad de desencadenar el maravilloso poder que tiene la propiedad privada. Un poder cuya fuerza transformadora es tan silenciosa como irresistible. Un poder capaz como pocos de cambiar el comportamiento de las personas de manera que éste redunde en una mejor vida para cada uno, y para todos.

El gobierno debe reconsiderar su política agraria y tomar la decisión correcta. Nuestra viabilidad como país depende de ello.


1 Ana María Ibá?ez. La concentración de la propiedad rural en Colombia: conflicto, desplazamiento forzoso y efectos productivos.Universidad de los Andes. El índice de Gini toma un valor máximo de 1 cuando la concentración de la propiedad es absoluta.

2 Jorge Tovar y Eduardo Uribe Reflexiones sobre el crecimiento de largo plazo del sector agrícola en Colombia. Universidad de los Andes

3 Terry L. Anderson and Peter J. Hill. The Role of Private Property in the History of American Agriculture, 1776-1976. American Journal of Agricultural Economics, Vol. 58, No. 5

4 Abhijit Banerjee, Lakshmi Iyer. History, Institutions and Economic Performance: The Legacy of Colonial Land Tenure Systems in India. 2004

5 Abhijit Banerjee, Paul Gertler, Maitreesh Ghatak. Empowerment and efficiency: Tenancy reform in West Bengal. Journal of Political Economy. Vol 10. No. 2. 2002

Juan Carlos Esguerra
Economista por la Universidad EAFIT, Medellín, Colombia.
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