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Los holandeses y sus drogas

Por : Jordi KC Wiersma / Area : PRINCIPADO - Filosof?a, historia, pol?tica y sociedad
Número : 20 , Tercera Época  /  Diciembre de 2009
Existe una política pragmática en la base de esta disparidad. La suposición de los holandeses es que las personas usarán drogas, independientemente de que estén o no prohibidas por ley.

Ya sea por mi apariencia o por mi nacionalidad, muchas personas piensan en drogas cuando me conocen. Debo especificar que esto solo ocurre cuando platico con extranjeros ya que, a sus ojos, Holanda es el país donde las personas abortan bebés, recurren a la eutanasia y ?lo que es lo más desagradable- fuman mariguana cuando y donde quieren. Hay pocas razones para defender las políticas holandesas, pero se debe destacar que en la práctica los holandeses no matan a los jóvenes o a los mayores por mero drogadictos. En medio de estas cuestiones políticamente controvertidas, la regularización se ha convertido en el concepto clave. A pesar de que sería interesante investigar los principios más importantes para las políticas en Holanda, debo enfocarme en nuestra política de drogas, que tiene una posición excepcional en el mundo actual.

Existe una común malinterpretación, aunque entendible, de que los holandeses han legalizado las drogas en su país. En primer lugar, se debe hacer una importante distinción entre las drogas blandas y las duras: las primeras son aquellas que provienen de hierbas, como son la mariguana o los hongos mágicos; las drogas duras ?por su parte- incluyen a la cocaína y al éxtasis. Éstas últimas están estrictamente prohibidas mientras que las blandas se permiten sólo bajo ciertas condiciones. Desde una perspectiva jurídica, ninguna droga está legalizada en Holanda. La confusión surge ya que de facto, nadie es penalizado al usar peque?as cantidades de drogas suaves. Esta es la infame política de tolerancia. En otras palabras, la democracia holandesa decidió mantener la prohibición del uso y tráfico de drogas, pero los usuarios limitados no son procesados (una de las condiciones es, por ejemplo, una posesión máxima de 5 gramos de cannabis).

De primera impresión, dicha política parece ser poco razonable: de esta forma, la ley parecería ser nula e inválida. Sin embargo, existe una política
pragmática en la base de esta disparidad. La suposición de los holandeses es que las personas usarán drogas, independientemente de que estén o no prohibidas por ley. La tendencia de la gente a recurrir a ellas es inevitable y, ya que éste es un fenómeno generalizado, presente en todos los países, se podría decir que nuestra inclinación a las drogas es un fenómeno que forma parte de nuestra naturaleza, por más triste que sea esta debilidad. En lugar de intentar ambiciosamente de corregir estas inclinaciones, el sistema holandés trata de anticiparse a ellas. Mediante la regulación del uso de drogas ?principalmente en cafeterías- podemos conocer dónde y quién compra y vende la droga. En lugar de dejar este conocimiento en el ámbito de lo secreto, hay grupos más responsables a cargo de las escenas de droga en Holanda. Como resultado, el gobierno es quien controla este ámbito, y no los poderosos magnates de las drogas.

?El gobierno holandés es responsable de estimular comportamientos inmorales, mediante la aprobación de las drogas blandas?, y ?estas políticas nos ponen en riesgo de aceptar otras peores? Desde el punto de vista de que el gobierno debe establecer guías morales, la respuesta es parcialmente: sí. Si hay alguna institución en un país que tenga algún grado de influencia moral, ésta es el gobierno. En otros tiempos, la Iglesia también tenía una posición considerablemente importante; sin embargo, en el momento presente, las instituciones religiosas en Holanda operan desde una posición bastante impotente. A pesar de lo anterior, el resultado de la política de tolerancia no es estimulante, sino de precaución. El razonamiento subyacente se basa en simple psicología: cuando algo constituye un fruto prohibido, uno está inclinado a comerlo. Cuando algo se considera común, pierde su misterio y atractivo. De hecho, esta política holandesa ha adquirido mucho apoyo, ya que el uso de las drogas ha disminuido y, en comparación con muchos otros países, Holanda tiene un bajo porcentaje de drogadictos.

Por lo tanto, tomando en cuenta las estadísticas, los holandeses tienen razones para defender sus políticas, con base en la psicología inversa. Por otro lado, existe una creciente tendencia en la opinión pública que aun considera esta política como corruptible y busca un gobierno que se atreva a expresar en su legislación la inherente acción destructiva de las drogas. A pesar de que no es un tema que se discuta en el país, los holandeses están obligados a debatir la cuestión de si nos debemos referir al uso de las drogas considerando los resultados en la práctica (la regularización de las mismas causa un decrecimiento en su uso), o si el gobierno debe proteger la moralidad en toda situación. Lo crucial en este asunto es el papel de la ética dentro de las políticas, la diferencia entre lo ideal y lo real.

Holanda y, por lo tanto, ?msterdam, es un grandioso lugar para vivir. Los turistas podrán quedar sorprendidos por la cantidad de cafeterías (situadas dentro o fuera de la Zona Roja), mientras que los holandeses se reirán al ver a otro turista entrar en uno de estos establecimientos que constituyen unos de los lugares de reunión más internacionales que se pueden ver en este planeta.

Jordi KC Wiersma
Utrecht, Holanda. Estudió Ciencias Políticas y actualmente cursa la carrera de Filosofía y Clásicos en la Universidad de Utrecht y en la Universidad de Ámsterdam.
Es la cabeza del equipo de educación del partido de la Juventud Demócrata Cristiana.
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